🌿 “Despojados para Vivir”

Dios es un Padre que forma, corrige y restaura. Muchas veces, en medio del silencio, Él habla con ternura pero con firmeza para guiarnos a su propósito. El siguiente mensaje es una palabra profética, dirigida a todo aquel que ha pasado por pruebas, pérdidas o momentos de despojo. Es una invitación del Padre a reconocer su mano en medio del quebranto y a confiar en el proceso que Él mismo ha iniciado.


Yo no vengo a recriminarte.
Vengo a recordarte que te conozco, y que los que son míos me reconocen. Mis verdaderas ovejas anuncian la paz, caminan en unidad, y se alegran cuando los demás brillan. No buscan su propia gloria.

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.”
— Juan 10:14

Así como el trigo y la cizaña crecen juntos, he permitido que estés rodeado de quienes aún no han sido purificados, para que se manifieste lo que hay en el corazón. A todos les doy oportunidad, porque Yo soy justo.

“Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega.”
— Mateo 13:30
“Porque Jehová es justo, y ama la justicia.”
— Salmo 11:7


He preparado tu corazón para la misericordia.
Aunque la espera ha sido larga, ahora estás listo para administrar lo que pongo en tus manos como bendición para ti y para los que te rodean. Arranqué el orgullo, quebranté la avaricia, y te hice ver que el egoísmo no te lleva a ningún lado. Es una carga que solo pesa más.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”
— Mateo 5:7

El egoísmo abre puertas peligrosas. El que lleva una piedra, pronto carga otra. Por eso te he dicho: despójate de ti mismo. Mira a Mi Hijo. Esto no es una carrera para competir, sino un camino que se recorre en unidad. Cuando tú te cansas, el otro te sostiene.

“Despojaos del viejo hombre…”
— Efesios 4:22
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.”
— Hebreos 12:2
“Mejores son dos que uno… porque si cayeren, el uno levantará a su compañero.”
— Eclesiastés 4:9-10


Yo he puesto personas en tu camino para ayudarte.
Pero no todos deciden obedecer. El enemigo muchas veces viene y roba la buena semilla antes de que pueda florecer.

“Vino el diablo, y quitó de su corazón la palabra…”
— Lucas 8:12

Aun así, Yo no te acuso.
Te libero del peso que te oprime. Obedeciste cuando te pedí compartir lo que puse en tus manos. Actuaste como hijo obediente. Por eso, no bajes tu rostro. Yo soy quien te ha levantado. Yo conozco tu proceso.

“Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.”
— Romanos 8:1


Sí, hubo pérdidas… pero fueron para preservarte.
Hubo cosas que no podías seguir cargando. Algunas puertas se cerraron porque detrás de ellas había muerte: muerte espiritual, y en algunos casos, muerte física. Yo escuché las oraciones que se elevaron por ti desde lo secreto, y extendí mi mano sobre tu vida. Puse personas a tu alrededor para recordarte que sigues en mis planes.

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
— Juan 10:10
“Clama a mí, y yo te responderé…”
— Jeremías 33:3


Entonces comenzó el proceso.
Fue en secreto. Como el ave que pierde sus plumas y queda expuesta, así también te sentiste: sin defensa, con frío, con calor, con dolor. Pero fue necesario. Así como Mi Hijo fue despojado en la cruz, tú también fuiste llamado a morir al «yo», para nacer verdaderamente en Mí.

“Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”
— Juan 12:24
“Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo…”
— Filipenses 2:7


Ese dolor tuvo propósito.
Fue el precio de tu presente… y la garantía de tu futuro. Porque Yo honro al que se arrepiente y permanece. Muchos vienen y se alejan, pero tú has permanecido. Y al que permanece, Yo lo llamo fiel.

“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”
— Mateo 24:13
“Siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse.”
— Proverbios 24:16


Dios no desprecia el quebrantado. Lo forma. Él toma lo que parecía pérdida y lo convierte en vida. Si estás pasando por un tiempo de despojo, de silencio o dolor, no te resistas: estás en manos del Alfarero. Él no ha terminado contigo. De este proceso nacerá un nuevo tú, lleno de propósito, gracia y fidelidad.

Permanece. Él está contigo.

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