Todos hemos enfrentado momentos donde nuestras fuerzas, conocimientos o recursos simplemente no han sido suficientes. En esas circunstancias, solemos decir: “Nunca voy a poder lograr esto.” Esa frase sale del corazón agotado, frustrado, sin visión espiritual. Pero es precisamente en ese momento donde Dios se glorifica.
El mensaje de hoy quiere recordarte que Dios no necesita condiciones perfectas para actuar, solo necesita corazones dispuestos a creer. Lo que hoy parece un sueño roto, una meta demasiado alta o una batalla perdida, puede ser transformado por Dios en una realidad tangible que Él mismo pondrá en tus manos.
Dios te quiere sorprender. Él está trabajando incluso cuando no lo ves, y te dice hoy: “Eso que creías inalcanzable, ahora es tuyo porque Yo, el Señor, lo he determinado para ti.”

🔹 1. Dios no se limita por tu debilidad
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” 2 Corintios 12:9
Dios no necesita que seas perfecto. No espera que tengas todo resuelto para usarte o bendecirte. De hecho, Dios usa lo débil para avergonzar a lo fuerte (1 Corintios 1:27). Tus carencias no son un obstáculo para el propósito de Dios; son el escenario ideal para que Él muestre Su gloria.
Pablo tuvo un “aguijón” que lo hacía sentir limitado, pero aprendió que en esa limitación, el poder de Dios se hacía más evidente. Así también, lo que hoy te frena o te hace sentir insuficiente, puede convertirse en el lugar donde Dios manifieste Su favor.
🔹 2. Dios cumple sus promesas a pesar de tu duda
“Porque no hay nada imposible para Dios.” Lucas 1:37
Cuando el ángel le anunció a María que sería madre del Salvador, su reacción fue de asombro: “¿Cómo será esto?” La lógica humana no puede entender los caminos de Dios. Abraham y Sara rieron cuando Dios les prometió un hijo en su vejez. Moisés dudó porque no sabía hablar bien. Gedeón necesitó pruebas para confiar. Y aún así, Dios cumplió su palabra en cada uno de ellos.
¿Ves lo hermoso del carácter de Dios? Él no cancela Sus planes por tus dudas. Si Él lo prometió, lo cumplirá. Tu incredulidad momentánea no frena el eterno poder de Dios. Solo necesitas seguir caminando en obediencia.
🔹 3. Hoy es el día en que Dios pone el sueño en tus manos
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” Salmo 37:4
Hoy es un día especial. No por tus méritos, sino porque Dios ha decidido actuar a tu favor. Él conoce los anhelos más profundos de tu corazón, incluso aquellos que ya diste por perdidos. Ese proyecto, ese ministerio, esa restauración familiar, ese sueño que parecía muerto… Dios puede resucitarlo y colocarlo en tus manos.
Cuando te deleitas en Él —es decir, cuando haces de Dios tu alegría, tu confianza, tu fuente de satisfacción—, Él alinea tus deseos con Su voluntad. Y es en ese momento cuando las cosas comienzan a fluir en lo sobrenatural.
Lo que parecía imposible no lo era para Dios. Tus palabras de derrota ya no tienen poder sobre ti. Hoy, el cielo te dice: “¡Sí puedes! Yo te respaldo, yo te fortalezco, yo camino contigo.”
No pongas tu fe en lo que ves, sino en lo que Dios ha dicho. Deja de decir “nunca podré” y comienza a declarar “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). El cambio de mentalidad es clave para recibir lo que Dios quiere darte.
Hoy es el día para dejar de mirar tus limitaciones y comenzar a mirar a tu Dios ilimitado. Él ha escuchado tus oraciones, ha visto tus lágrimas y ahora decide entregarte lo que tanto habías deseado. Recíbelo con fe.
Padre celestial, gracias porque tú eres el Dios que convierte lo imposible en posible. Gracias porque, aun cuando he dicho “no puedo”, tú has creído en mí. Hoy rindo mis pensamientos negativos, mi miedo y mis limitaciones ante ti. Te pido que pongas en mis manos aquello que has preparado para mí. Ayúdame a caminar por fe y no por vista. Que tu voluntad se cumpla en mí. Que mis palabras no sean de derrota, sino de confianza en tu fidelidad. En el nombre de Jesús, recibo lo que tú has determinado para mí. Amén.
