Cristo es el Río de Agua Viva

Vivimos en un mundo sediento: sediento de paz, amor, justicia, propósito. La humanidad corre de un lado a otro buscando saciar su sed espiritual en fuentes que no llenan el alma. Pero Jesús, nuestro Salvador, nos hace una invitación eterna: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37). Él no solo ofrece agua, Él es el río de agua viva.

  1. Una invitación personal
    En Juan 7:37-38, Jesús se pone en pie en medio de la fiesta y clama con voz fuerte. No es un mensaje para unos pocos; es una invitación universal para todo el que tiene sed. No importa el pasado, la condición social o el pecado cometido: si tienes sed espiritual, Jesús te está llamando.
  2. El río que da vida eterna
    En Juan 4:13-14, Jesús le dijo a la mujer samaritana que el agua de este mundo sacia solo por un momento, pero el agua que Él da se convierte en una fuente inagotable que brota para vida eterna. Cuando creemos en Cristo, Él se convierte en nuestro manantial eterno, que limpia, refresca y nos da propósito.
  3. Un río que fluye desde dentro
    No solo recibimos vida, sino que nos convertimos en canales de vida para otros. “De su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38). El Espíritu Santo transforma al creyente en un instrumento de bendición, llevando ese río a su familia, su comunidad y al mundo entero.

Si estás sediento espiritualmente, deja de buscar en fuentes rotas: entretenimiento, religiosidad vacía, placeres pasajeros. Ven a Cristo y permite que su Espíritu fluya en ti.

Si ya conoces a Cristo, pregúntate si el río está fluyendo. ¿Está tu vida bendiciendo a otros? ¿Estás llevando agua viva a los sedientos que te rodean?

Activa tu fe, ora, lee la Palabra, y deja que el Espíritu Santo renueve tu interior.

Cristo no vino a ofrecer una religión seca, sino una vida abundante y fluida como un río. Él es el agua viva que nuestra alma necesita. No dejes pasar Su invitación. Hoy es el día para beber del río eterno que es Cristo Jesús.

Señor Jesús, hoy reconozco que tengo sed. He buscado en lugares equivocados, pero ahora vengo a Ti, el único que puede saciarme de verdad. Lléname con tu agua viva, fluye en mi interior y transforma mi corazón. Que tu Espíritu Santo me convierta en un canal de vida para los demás. Gracias por ser el río que nunca se seca. En tu nombre oro. Amén.

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