Vivimos en un mundo cada vez más necesitado de dirección, esperanza y verdad. Como hijos de Dios, no hemos sido llamados a quedarnos con el mensaje del evangelio solo para nosotros. La salvación que hemos recibido es un regalo que debe ser compartido con los demás. En este post reflexionaremos sobre por qué es vital anunciar la Palabra de Dios y cómo hacerlo con convicción, amor y fidelidad.
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16)
1. Compartir la Palabra es obedecer a Cristo
Jesús nos dejó una misión clara:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).
El mandato de ir y predicar no fue dirigido solo a los apóstoles, sino a todos los creyentes. Al compartir el evangelio, estamos cumpliendo el deseo del corazón de Dios: que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
2. La Palabra transforma vidas
El mensaje de Dios tiene poder para restaurar, sanar y dar una nueva identidad.
“La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12).
Muchas personas caminan en oscuridad, y nosotros tenemos la luz:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).
Cuando compartimos la Palabra, no ofrecemos solo un texto, sino el poder del Espíritu Santo que actúa por medio de ella.
3. Somos testigos de Su amor
Jesús dijo:
“Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres” (Mateo 5:14,16).
Predicar con nuestras palabras y con nuestro testimonio diario es mostrar al mundo quién es Cristo y lo que ha hecho en nosotros. A través de nuestras vidas, otros pueden conocer al Salvador.
4. La urgencia del mensaje
No sabemos cuántos días más tendremos en esta tierra ni cuántas oportunidades nos quedan para hablar del amor de Dios. El tiempo es corto:
“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2).
Cada persona con la que hablamos puede ser alguien que necesita una palabra de esperanza antes de que sea tarde. No debemos callar.
5. Lleva esperanza a un mundo en crisis
En medio de guerras, injusticias, enfermedades y desesperanza, la Palabra ofrece consuelo y seguridad en las promesas eternas de Dios:
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35).
6. Alimenta el alma
Así como el cuerpo necesita alimento, el alma necesita ser nutrida espiritualmente. Compartir la Palabra permite que otros también reciban ese sustento:
“No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
7. Es un acto de amor
Cuando compartimos la Palabra, demostramos amor al prójimo, porque deseamos que otros experimenten el mismo perdón, gracia y salvación que hemos recibido.
Predicar la Palabra de Dios es una acción de obediencia, amor y compasión. No es un deber frío, sino una expresión del amor que hemos recibido. No somos responsables de convertir a nadie, pero sí de sembrar la semilla. Dios hará crecer lo que con fe y valor compartimos. Que nunca nos falte pasión por predicar, porque al hacerlo, estamos cumpliendo el propósito eterno para el cual fuimos alcanzados.
“Y cómo predicarán si no fueren enviados?… ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:15)
Amado Padre Celestial, Gracias por habernos alcanzado con tu Palabra viva y poderosa. Gracias por darnos salvación, propósito y una nueva vida en Cristo. Hoy nos rendimos a Ti y te pedimos que pongas en nosotros un fuego por compartir tu Palabra con valentía y amor. Danos sabiduría, oportunidades y un corazón compasivo para llevar tu mensaje a cada rincón, a cada alma que necesita de Ti. Úsanos como instrumentos en tus manos y glorifícate en cada testimonio que compartamos. En el nombre poderoso de Jesús, Amén.