Mira que Cristo está a la puerta

En Apocalipsis 3:20, Jesús dice: «Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.» Esta es una invitación que no podemos ignorar. Es un recordatorio de que Jesús está cerca, esperando a que abramos nuestras vidas y corazones para recibirle.

Este versículo nos presenta a Jesús como alguien que está activamente llamando a la puerta de nuestro corazón. Él no irrumpe ni fuerza su entrada; en lugar de eso, espera con paciencia. La imagen de Cristo llamando a la puerta es una hermosa representación de su deseo de tener comunión con nosotros. Su llamada es continua y personal.

En Juan 10:3, Jesús dice: «A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre y las saca.»

Él nos llama por nuestro nombre, deseando entrar en nuestras vidas, no como un extraño, sino como un amigo y Salvador cercano. Salmos 145:18: «Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras.»

El acto de abrir la puerta depende de nosotros. Jesús no fuerza su entrada; espera pacientemente a que respondamos. Esto nos recuerda que cada persona debe tomar la decisión de recibir a Cristo. «Si alguno oye mi voz y abre la puerta…». Esta es una invitación abierta para todos, sin importar el pasado, el pecado o las circunstancias.

Abrir la puerta a Jesús es reconocer nuestra necesidad de Él. Es una decisión intencional que implica fe y humildad. En Romanos 10:9, se nos dice: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.»

Juan 1:12: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Cuando abrimos la puerta, Jesús no entra para observar o juzgar. Él promete tener comunión con nosotros: «entraré, y cenaré con él, y él conmigo.» En la cultura bíblica, la cena era un momento íntimo de relación y compartir. Jesús está ofreciendo una relación personal y cercana con cada uno de nosotros. Esta comunión va más allá de una simple visita; es una relación continua y profunda con el Salvador.

Juan 15:4 nos invita a permanecer en Cristo: «Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.» Nuestra vida espiritual florece cuando tenemos una relación cercana con Jesús.

1 Juan 1:3: «Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

Jesús está a la puerta de nuestro corazón, llamando. Él desea tener una relación cercana y personal con cada uno de nosotros. Nos ofrece la oportunidad de abrirle la puerta y permitirle entrar en nuestras vidas. Esta es una decisión que debemos tomar, sabiendo que cuando lo hacemos, experimentaremos la comunión más profunda y verdadera que podamos imaginar.

Hoy, Jesús nos invita a abrirle la puerta. Si aún no lo has hecho, este es el momento. Si ya lo has hecho, es un llamado a renovar nuestra relación con Él y a caminar en comunión continua.

Señor Jesús, gracias por estar siempre cerca, tocando la puerta de nuestro corazón. Te pedimos que nos ayudes a abrirte la puerta de nuestras vidas, a recibirte con humildad y a caminar en comunión contigo cada día. Que podamos escucharte, seguirte y experimentar la plenitud de tu amor y salvación. En tu nombre oramos, amén.

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