En cada respiro, sentimos la dulzura con la que Dios nos brinda lo vital que es vivir. Al mover un dedo, es su voluntad haciéndose en nosotros. Cada cosa que pasa es una bendición y un beso suyo, un regalo que Dios quiere darnos.
El caminar, el poder desplazarnos, el ir y regresar; todo es una bendición y un regalo de Dios. Ver a nuestros seres queridos sonreír con salud es otro regalo divino. Tener un lugar con techo para descansar es una muestra más de su amor. Sentarnos en una mesa y poder ingerir lo necesario para vivir es un regalo que Dios nos da.
Sonreír al saber que nuestros seres queridos no están en un hospital es otra bendición de Dios. Contar con un lugar donde congregarnos y escuchar su palabra sin sufrir persecución es un privilegio. Tener una fuente de trabajo y poder obtener dinero íntegro y confiable es otro regalo del Señor.
El poder leer esto y comprender que hay personas que escriben para ti es una muestra más del cuidado de Dios.
Y aún así, a veces nos preguntamos: ¿Cuáles son los regalos que Dios tiene para mí?
Agradece a Dios siempre, incluso por lo que estás acostumbrado a tener, porque un corazón agradecido vale por dos.
Dios nos llena de regalos y bendiciones cada día. Reconocerlos y agradecerlos nos acerca más a Él y nos ayuda a vivir con alegría y paz en nuestros corazones.
¿Qué bendiciones has recibido hoy? Comparte tus pensamientos en los comentarios y juntos agradezcamos a Dios por su infinita bondad.

El Espíritu Santo de Dios: Nuestro Guía y Consolador
El Espíritu Santo de Dios es una de las tres personas de la Santísima Trinidad, junto al Padre y al Hijo. A menudo, es conocido como el Consolador, el Guía, y la Presencia de Dios que mora en nosotros. Su papel en la vida del creyente es profundo y transformador, ofreciendo consuelo, dirección, y una conexión íntima con el Creador.
El Consolador Prometido
Jesús, antes de ascender al cielo, prometió a sus discípulos que no los dejaría solos. En Juan 14:16-17, dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” Este Consolador es el Espíritu Santo, enviado para habitar en nosotros y acompañarnos en cada paso de nuestro caminar cristiano.
El Guía y Maestro
El Espíritu Santo no solo nos consuela en momentos de aflicción, sino que también nos guía en la verdad. En Juan 16:13, Jesús declaró: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” Es a través del Espíritu Santo que podemos comprender la Palabra de Dios y discernir Su voluntad para nuestras vidas.
Fuente de Poder y Transformación
El Espíritu Santo también es una fuente de poder para el creyente. En Hechos 1:8, Jesús dijo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Este poder no solo nos capacita para ser testigos de Cristo, sino que también nos transforma internamente, produciendo en nosotros el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23).
Nuestro Compañero Constante
Una de las verdades más reconfortantes sobre el Espíritu Santo es que nunca nos deja. Es nuestro compañero constante, intercediendo por nosotros con gemidos indecibles cuando no sabemos qué orar (Romanos 8:26). Nos ayuda en nuestras debilidades y nos fortalece en nuestra fe, recordándonos siempre la presencia y el amor incondicional de Dios.
Cultivando una Relación con el Espíritu Santo
Para experimentar plenamente la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, es vital cultivar una relación con Él. Esto incluye la oración, la lectura de la Biblia, la obediencia a Su dirección, y la búsqueda de Su presencia en nuestra vida diaria. Al hacerlo, nos volvemos más sensibles a Su guía y más receptivos a Su obra transformadora.
