La historia de Elí, narrada en los libros de Samuel, es una crónica negativa de la negligencia como padres y sus graves consecuencias. Elí, un sacerdote y juez en Israel, se enfrentó a uno de los desafíos más difíciles que un padre puede enfrentar: la indisciplina y corrupción de sus propios hijos. Su incapacidad para corregir y guiar adecuadamente a sus hijos, Ofni y Finees, es un elemento central de su historia y un recordatorio de la importancia de la responsabilidad familiar, aunque te dediques 100% a la obra del Señor.

Los hijos de Elí, sirviendo también en el sacerdocio, cometieron actos de profanación y pecado que no solo deshonraron su posición sino que también desviaron al pueblo de Israel. Dios le había prometido a Aron y sus descendientes un sacerdocio perpetuo, pero por la maldad de los hijos de Elí, Dios revocó su promesa. Esto significa que las promesas de Dios pueden ser eliminadas y son condicionales.
La falta de acción disciplinaria de Elí ante la maldad de sus hijos es una trágica falla en su liderazgo como padre. Esta negligencia no pasó desapercibida a los ojos de Dios y fue la causa directa de un castigo divino severo.
La situación alcanzó un punto crítico con la captura del Arca del Pacto por los filisteos y la muerte de Ofni y Finees en batalla. Estos eventos no solo fueron un golpe devastador para Israel, sino también para Elí personalmente. Al recibir la noticia, Elí, abrumado por la magnitud del desastre, sufrió una muerte inmediata. Esta secuencia de eventos resalta cómo las acciones y omisiones de un líder pueden tener repercusiones que van más allá de lo personal y afectan a toda una comunidad.
Elí descuidó a sus hijos y permitió que pecaran, el Señor le quitó el sacerdocio a su descendencia, el último fue Abiatar que Salomón lo retiró por Sadoc. El relato de Elí es una poderosa ilustración de que las promesas de Dios, incluida la del sacerdocio perpetuo para su linaje, pueden ser condicionales y dependientes de la fidelidad y el comportamiento de las personas. Elí, a pesar de su propia dedicación a Dios, no pudo inculcar esos mismos valores y disciplina en sus hijos, resultando en la pérdida del privilegio sacerdotal para su familia.
La historia de Elí nos enseña una lección fundamental sobre la paternidad y el liderazgo: la importancia de la disciplina, la guía moral y la responsabilidad no solo hacia uno mismo sino también hacia aquellos bajo nuestro cuidado. Demuestra cómo la negligencia en estas áreas puede tener consecuencias duraderas y devastadoras, tanto en el ámbito familiar como en el comunitario.
«Porque le he dicho que juzgaré su casa para siempre por la iniquidad que él conoce, porque sus hijos se hicieron viles y él no los estorbó.» 1 Samuel 3:13
