La oración es un pilar fundamental en la vida de todo creyente. Es nuestra línea directa de comunicación con el Padre celestial, un medio por el cual podemos expresar nuestras inquietudes, agradecimientos y deseos más profundos. Pero, ¿qué ocurre cuando sentimos que nuestras oraciones no son escuchadas? Hoy reflexionaremos sobre la importancia de la persistencia en la oración, basándonos en las palabras de Jesús en Mateo 7:7.

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” (Mateo 7:7-8). Jesús nos exhorta a acercarnos a Dios con confianza, sabiendo que Él está dispuesto a escuchar y responder nuestras peticiones. No obstante, esta promesa va acompañada de una acción por parte nuestra: pedir. En Filipenses 4:6-7, Pablo nos anima a presentar nuestras peticiones delante de Dios con acción de gracias, y nos asegura que la paz de Dios guardará nuestros corazones. Preguntémonos a nosotros mismos: ¿Estamos llevando nuestras necesidades delante de Dios con un corazón agradecido?
Buscar a Dios es un acto de fe y compromiso. Jeremías 29:13 nos promete que si buscamos a Dios de todo corazón, lo hallaremos. Esta búsqueda activa implica dedicar tiempo para la oración, la lectura de la palabra y la meditación. No es un camino fácil, pero es sumamente gratificante. Dios desea que lo busquemos con un corazón sincero y dispuesto.
Llamar a la puerta de Dios es buscar una relación íntima con Él. Apocalipsis 3:20 nos muestra la imagen de Jesús llamando a la puerta de nuestro corazón, deseoso de tener comunión con nosotros. De la misma manera, nosotros debemos llamar a Su puerta, buscar esa relación íntima y profunda. Dios siempre está dispuesto a abrirnos, a recibirnos con brazos abiertos.
Nuestra persistencia en la oración está fundamentada en nuestra confianza en el carácter bondadoso de Dios. Santiago 1:17 nos recuerda que todo lo bueno viene de Dios, y que Él no cambia. Podemos confiar en que Él tiene lo mejor para nosotros, y que Sus respuestas a nuestras oraciones serán siempre perfectas y en Su tiempo.
La persistencia en la oración es un llamado a mantener una relación activa y constante con Dios, confiando en Su bondad y en Su poder para obrar en nuestras vidas. No nos desanimemos si no vemos respuestas inmediatas; sigamos buscando, llamando y pidiendo, sabiendo que tenemos un Padre celestial que nos ama y desea lo mejor para nosotros.
Que esta reflexión nos anime a fortalecer nuestra vida de oración, a acercarnos más a Dios y a confiar en Su infinita bondad y amor por nosotros.
