En la Biblia están escritos varios pasajes bíblicos clave que nos llaman a compartir el mensaje de salvación con otros y lo importante que es dar testimonio. Mateo 28:19, Marcos 16:15, Juan 15:16, Romanos 10:14, Hechos 26:18 y 1 Juan 1:3 nos recuerdan la importancia de cumplir la Gran Comisión y cómo podemos ser parte de la expansión del reino de Dios.
La Gran Comisión, mencionada en Mateo 28:19 «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…», es uno de los pilares fundamentales de la fe cristiana. Es el mandato dado por Jesús a sus discípulos poco antes de ascender al cielo. En este mandato, Jesús les insta a ir por todo el mundo y hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles a obedecer todo lo que Él les ha mandado. Este versículo nos muestra la importancia de ir más allá de los límites de nuestra comunidad y llevar el mensaje de salvación a todos los rincones del mundo. Ser discípulos implica no solo recibir, sino también compartir.

A través de la historia, este mandato ha sido el impulso para que innumerables cristianos se dediquen a llevar el mensaje de salvación a los rincones más remotos del mundo. Es un llamado a compartir el amor y la gracia de Dios con aquellos que aún no han oído el evangelio, llevándoles la esperanza que solo se encuentra en Jesucristo.
Marcos 16:15 «Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura», nos recuerda nuevamente este llamado a predicar el evangelio a toda criatura, destacando la importancia de llegar a cada persona, sin importar su origen, cultura o condición social. Cada ser humano es amado y querido por Dios, y Él desea que todos tengan la oportunidad de conocerle y recibir su salvación. Aquí encontramos otro llamado a predicar el evangelio, pero se enfatiza la necesidad de alcanzar a todas las criaturas. Esto significa que nadie está excluido de recibir el mensaje de amor y redención de Dios.
Juan 15:16 «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto…», nos muestra que nuestra participación en la expansión del evangelio no es solo una elección nuestra, sino que somos elegidos por Dios mismo para llevar el mensaje de esperanza a aquellos que lo necesitan. Somos llamados a llevar fruto, a ser instrumentos de cambio en la vida de las personas, guiándolas hacia una relación transformadora con Jesús.Este versículo nos recuerda que Dios nos ha escogido y nos ha dado una tarea específica: llevar fruto, es decir, impactar vidas a través de la difusión del evangelio. No somos seguidores pasivos, sino que tenemos un papel activo en su plan.
Romanos 10:14 «¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?», destaca la importancia de compartir el evangelio, ya que muchas personas no creerán en Jesús si no han escuchado sobre Él. Nuestro testimonio y predicación son vitales para que otros tengan la oportunidad de conocer la verdad y recibir el perdón de pecados y la herencia eterna que solo se encuentran en Cristo. Aquí, el apóstol Pablo nos desafía a reflexionar sobre la importancia de compartir el evangelio. La fe viene por escuchar el mensaje, y muchas personas aún no han tenido la oportunidad de oírlo. Nosotros tenemos el deber de llevarles la buena noticia.
En Hechos 26:18 «para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.», Pablo comparte su comisión divina para abrir los ojos de las personas, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios. Este versículo subraya la trascendencia del mensaje que compartimos, llevando a las personas de la opresión y la esclavitud del pecado a la libertad y la reconciliación con Dios.
Finalmente, 1 Juan 1:3 «lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos», nos recuerda que al compartir el evangelio, estamos compartiendo no solo información, sino nuestra propia experiencia transformadora con Dios. Nos convertimos en testigos vivos del poder de Dios en nuestras vidas y podemos transmitir ese testimonio a los demás, invitándolos a tener una comunión íntima y personal con el Padre celestial. Esto nos da autoridad y nos convierte en testigos poderosos del poder de Dios.
Los versículos anteriores son solo algunos de los muchos pasajes bíblicos que nos instan a compartir el evangelio con el mundo. Como seguidores de Cristo, tenemos el deber y el privilegio de ser embajadores del reino de Dios. No dejemos pasar las oportunidades de compartir el mensaje de salvación y ser parte del plan de Dios de llevar a las personas a una relación reconciliada con Él.
Es importante recordar que el acto de compartir el evangelio no solo implica predicar con palabras, sino también vivir una vida que refleje los valores y el amor de Jesús. Nuestra forma de vivir, nuestros actos de bondad y compasión, pueden ser un testimonio poderoso para aquellos que aún no conocen a Cristo.
Además, es fundamental entender que no estamos solos en esta tarea. El Espíritu Santo nos capacita y nos guía para llevar el mensaje de salvación de manera efectiva. Debemos depender de Dios en oración y pedirle que abra puertas de oportunidad y dé sabiduría para hablar con amor y claridad sobre el evangelio.
No importa si nos encontramos en el ámbito laboral, en nuestra comunidad o en nuestras relaciones personales, podemos ser agentes de cambio, compartiendo la buena noticia de Jesús de manera adecuada y respetuosa. Cada persona que conocemos y cada interacción que tenemos puede ser una oportunidad divina para mostrar el amor y la gracia de Dios.
Cumplir la Gran Comisión no es solo un deber, sino un llamado y un privilegio que tiene implicaciones eternas. Al compartir el evangelio, estamos siendo parte de la obra redentora de Dios en el mundo y contribuyendo a la expansión del reino de Dios. Comparte tu testimonio, comparte tu experiencia, comparte tu conocimiento en Cristo Jesús.
DIOS LES BENDIGA.
